Apertura de la Puerta de la Misericordia en el Santuario de la V Aparición Guadalupana

El domingo 20 de diciembre, con una fe inmensa y una alegría desbordante, fieles de Ecatepec se reunieron a las 5 de la tarde en la estatua erigida en honor a San Juan Diego en la Vía Morelos en Tulpetlac, lugar santo donde la Virgen de Guadalupe posó sus pies y de ahí partieron en procesión hasta el Santuario donde se venera el lugar y la imagen que nos recuerda que la Virgen de Guadalupe vino hasta aquí para sanar a Juan Bernardino y así, ejercer  como madre misericordiosa.

Muchos niños, jóvenes, adultos y ancianos se dirigieron al lugar donde el Excmo. Sr.Obispo de Ecatepec  D. Óscar Roberto Domínguez abría la puerta de la Misericordia, realizada expresamente  para este gran regalo de Dios, y a la que asistieron los sacerdotes de esta parroquia, Operarios del Reino de Cristo, padres Esteban Alcocer (párroco),J. Guadalupe Morales y Henry Trujillo (Vicarios),así como el Vicario de pastoral, Padre Leo, el Director General de la confraternidad, elP. J. Antonio Gómez, el P.Daniel Zavaleta (secretario Regional corc) y el  P.José Sánchez (subdirector General corc).

Con el Santuario abarrotado de fieles, religiosos y religiosas de diferentes congregaciones que se nutren de este manantial del amor de la Virgen de Guadalupe secelebró la santamisa, alegrada litúrgicamente con un coro compuestopor jóvenes y adultos  de esta Parroquia.

El Sr.Obispo en su homilía recalcó: «María no pide pruebas, le basta la palabra de Dios. Es un ejemplo  para nuestra vida para que revisemos nuestra vida, porque nosotros le ponemos a Dios condiciones y pruebas para aceptar su Voluntad».

Al pasar por la puerta  de la misericordia en el contexto de este  año de la misericordia, Jesús nos invita a la conversión. Reconocer a Cristo porque sólo ante Él podemos arrepentirnos de nuestros pecados, buscar  la paz y la reconciliación con Dios y con el prójimo. Miramos a María que nos invita a esforzarnos en vivir la caridad como hemos escuchado hoy, visitando a su prima Isabel para ayudarla. Todo lo hacemos con la conciencia de que Él nos defenderá de todo mal. El cristiano ha de pedir  el don de la fe y la humildad, solo así Dios le habla y le entiende, concediéndole sus gracias, concediéndole el don de la paz. Esa persona está en Dios, es discípula y misionera.

Pidámosle que tienda su mano para rescatarnos del pecado, con el fruto  de la conversión. Alejando de nosotros el orgullo, desánimo y cualquier cobardía que destruyen la concordia, el amor y la paz. El pecado es una falta contra la razón, la verdad,  el  amor verdadero, a causa de un apego  o perversión a los bienes. Atenta contra la solidaridad humana, por eso la Iglesia lo define como una palabra o deseo contrario a la ley perfecta de Dios.

Dios Padre envió por su misericordia a su Hijo para salvar al pueblo de sus pecados. Le confía esta misión a los apóstoles y a su Iglesia.

Digamos como San Pablo: Si nosotros no somos capaces de proclamar a Dios, ay de mí si no evangelizo, y fijemos siempre nuestros ojos en María, la Madre del Señor, que con humildad y fe también nos muestra el camino de la salvación. Así sea.

Este es el tercer templo, encargado a los Operarios del Reino de Cristo, con la parroquia de San Mateo en la Diócesis de Fort Worth y el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de la Misericordia en la Diócesis de  Querétaro, donde se han abierto las puertas de la Misericordia en este año jubilar extraordinario.

Demos gracias a Dios.

Autor entrada: SGCORC