El Papa Francisco en la Casa de la Virgen y Hogar de todos

P.Prisciliano Hernández Chávez, CORC

Acercarse al Acontecimiento del Tepeyac, a su lenguaje , a la imagen sacrosanta de Santa María de Guadalupe, es tocar el misterio: su desvelarse y ocultarse en un status ontológico, del ser y del aparecer, del ser y del decir, del ser y del vivir, del ser y del amar, del ser y del tiempo; “ la verdad como alumbramiento y ocultación del ente acontece al poetizarse”, para decirlo en expresión de Heidegger en su obra “El origen de la obra de Arte”. El decir, el acaecer, la Imagen de la Virgen de Guadalupe, en el Acontecimiento del Tepeyac, es poesía, es misterio, es mística; exige despojarse de prejuicios racionalistas, para contemplar la verdad como alumbramiento y ocultación, como poesía y amor envolvente de la mutua caricia de la Madre y de los hijos. Esto el Papa Francisco lo entiende y lo vive.

En Ella se compendia   toda la Sagrada Escritura de forma densa, sobria y viviente, de profecía y de realización, de memoria y de icono. Su misterio se ofrece como símbolo de todo el misterio cristiano como clave interpretativa, como primera Iglesia, como paradigma de lo infinito en la receptividad de lo finito.. La Historia de María es la historia abreviada del mundo, su teología en una sola palabra y que ella es el dogma vivo, la verdad sobre la criatura realizada , según el teólogo ortodoxo, Evdokimov .   

María Santísima  mujer  contemplativa, experta en el silencio y en la atención a la palabra de Dios. Nos pudo llamar la atención la postura de silencio prolongado del Papa; pero es el lenguaje del encuntro maternal-filial. Si no hay silencio interior no puede existir el pensamiento, ni la poesía, ni el amor.

Esto exige no sólo cierta inteligibilidad intuitiva, sino corazón humilde y docilidad interior al Espíritu, quien actúa en los que tienen corazón de pobre como el de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y que el Papa lo ha entendido muy bien. Más allá de una visión pietista, se deja involucrar por la Madre y por eso nos descubre su corazón al decirnos “como a Juan Diego, María nos pide que seamos embajdores.” Ella embajadora de Dios, como teofanía mariofánica, para devolver la esperanza a San Juan Diego y a todo el pueblo que “depuso el escudo y la flecha” y así dejo de existir como pueblo mexica, asumiendo una nueva identidad: hijos de la Madre del Cielo y del Padre Dios. En este Amanecer, “Dios se acercó y se acerca al corazón sufrientee pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluo arebatales criminalmente a sus hijos. Embajadores, como San Juan Diego, “pues todos somos necesaros”. El Santuario de Dios, es la vida de sus hijos, de todos y de todas las condiciones. De los jóvenes sin futuro expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas; de los ancianos sin reconocimiento…de las familias que necesitan lo minimo para poder subsistir. Por eso esta Casa de la Virgen es el Hogar de todos. “Ella nos ha dicho que tiene el honor de ser nuestra Madre”, nos confirmó el Papa Francisco. Hoy Ella nos vuelve a enviar para construir nuevos santuarios, para consolar tantas lágrimas, para dar de comer al hambirento, de beber al sediento, dar lugar al necesitado, vestido al desnudo y visitar al enfermo; visitar al preso, consolar al triste y tener paciencia con los demás. Quien es guadalupano, como el Papa, debe de ser y actuar con misericordia. Su corazón, tiene que ser hoguera de la verdad, de la vida y del amor, como Santa María de Guadalupe, Nuestra Casita, Nuestro Regazo, Nuestro Hogar-hoguera.

 

Autor entrada: SGCORC