Lectio Divina: Dar de beber al sediento, obra de misericordia

Momento de preparación
Vas a entrar en diálogo con el Señor. Prepárate. Tienes que dejar a un lado tus ocupaciones y preocupaciones, tus planes y tus proyectos. Lo importante en este momento es disponerte a escuchar la Palabra, el mensaje liberador que el Padre te va a indicar por Jesús, la Palabra permanente de Dios, que el Espíritu te ayudará a entender.
  • Esto te es más necesario.
  • Orar es: experimentar que el Señor desea conducirte hacia una entrega total a su mensaje y a su proyecto de vida para ti.
  • Orar es: experimentar que el Padre quiere llevarte hacia un abandono total en Él por amor.
  • Orar es: convertir esos gestos de amor en vida plena, que gozas al experimentarla.
  • Invoca al Espíritu, que es la inspiración del Padre y de Jesús para ti. Dí suavemente la oración:
 
Ven Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.
 
Oración:
Oh Dios, que llenaste los corazones de tus
fieles con la luz del Espíritu
Santo; concédenos que,
guiados por el mismo Espíritu,
sintamos con rectitud y
gocemos siempre de tu consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
 
Escuchamos la Palabra de Dios:

Marcos 9, 41-50

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no perderá su recompensa».

(puedes leerla una o dos veces)

Abrimos el corazón y nos preguntamos: Qué dice el Señor en este texto?

(intento ver qué dice el Señor, es el primero que habla).
 
Jesús dice que no quedará sin recompensa quien dé un vaso de agua fresca a uno de sus discípulos. ¿Y qué decir entonces de quien dé un vaso de agua a quien está sediento, a quien como el mismo Cristo en la cruz, tiene una sed abrasadora? Será como darle el agua al mismo Cristo, porque lo que se hace al prójimo, se hace a Jesús, ya que Jesús está presente en los hermanos, especialmente en los más necesitados.
 
Atendemos al mensaje de San Pablo que dice que todos, por el bautismo somos miembros del Cuerpo de Cristo. No es por tanto, algo solo espiritual o sentimental, sino que es una realidad: todo bautizado está insertado o injertado en Cristo.
El bautismo nos hace transformarnos en miembros del Cuerpo de Cristo y del Pueblo de Dios. Santo Tomás de Aquino afirma que quien recibe el Bautismo es incorporado a Cristo casi como su mismo miembro y es agregado a la comunidad de los fieles (Summa Theologiae, III, q. 69, art. 5; q. 70, art.1). En la escuela del Concilio Vaticano II, nosotros decimos hoy que el Bautismo nos hace entrar en el Pueblo de Dios, nos transforma en miembros de un Pueblo en camino, peregrinante en la historia.
 
Qué me dice el Señor en esta Palabra?
(Veo la aplicación de la Palabra a mi vida)
 

Dios nos quiere asociar a su obra y por eso Él permite que haya sedientos, para que nosotros, dándoles de beber, ganemos méritos para el Cielo y ejercitemos el amor al prójimo y a Dios. Porque todo el Evangelio se reduce a amar: amar a Dios y al prójimo en Dios.

El agua es de Dios y no se le puede negar un vaso de agua a nadie.

Podemos mirar a la Virgen María, en el desapego y la preocupación por quienes llegaban a su casa.

Hoy, ella nos sigue dando al Agua viva que es Cristo.

.

E

El agradecimiento del cuerpo del sediento al que le hemos dado de beber, subirá hasta el trono de Dios y volverá a nosotros en lluvia de bendiciones, porque Dios reporta como hecho a Él mismo lo que se hace en la tierra al más humilde de los hombres.

Dar de beber al sediento no solo es el agua material, también y sobre todo es nuestra vida, nuestro amor, nuestro cariño, nuestro tiempo. En nuestra familia puede haber personas sedientas de ese cariño y atención, y quizá nosotros podemos estar más preocupados por nosotros mismos que por ellos.
Dar de beber al sediento significa que he de mirar más a mi prójimo y saber que algo debo hacer por ellos, no ser insensible a sus necesidades.
Dar de beber al sediento es querer ver a Cristo en quien me necesita y saber que por Él debo ayudar a quien me está a mi lado.
 
Qué le respondo yo al Señor desde su Palabra?
(hacemos una oración y se la dirigimos al Señor)
 
Por ejemplo:

Hoy, Señor, escucho tu Palabra y veo que me dices que soy hijo de Dios porque fui bautizado, pero también sé que mis hermanos lo son y que formamos parte de tu Cuerpo, de tu pueblo. Por eso te pido que me ayudes a abrir mi corazón a sus necesidades, que recuerde que lo que haga por ellos lo estoy haciendo por ti. Así estaré más unido a ti y construiré el Reino que tú nos invitas. Es el Tempo Vivo que María de Guadalupe nos pide que le construyamos.

Autor entrada: SGCORC