Hoy que es un día tan especial para ti, quiero decirte que eres muy valiente al decirle que sí a Jesús. ¡FELICIDADES.!
Haz decidido entrar al seminario, y por lo tanto te has puesto en camino hacia el sacerdocio; el mundo más que nunca está necesitado de sacerdotes. Dios está vivo, y necesita hombres que vivan para él y que lo lleven a las personas que aún no le conocen. Dios ha puesto en ti una mirada de amor muy especial, pues, tanto tú como yo somos la esperanza de la Iglesia. Vayamos humildes, valientes, alegres, siendo testigos del Evangelio; porque donde hay un seminarista siempre hay alegría.
Esfuérzate y se valiente, no tengas miedo ni te acobardes, yo el señor tu Dios estaré contigo a donde quiera que tu vayas (Jos 1,9)
La vocación nace del encuentro con Cristo, El, que es amor, da la verdadera alegría al corazón. Haz memoria de tus lágrimas en los momentos de duda y acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, y constantemente dile: Señor tú tienes las riendas de mi vida y yo feliz de que las lleves por donde quieras tú; ama a María, venérala con filial confianza, a aquella que, Jesús muriendo en la Cruz, entrego al discípulo amado. Siguiendo su consejo: hagan lo que él les diga. (Jn 2,5)
La batalla es día a día, pero Jesús capacita a los que él llama, acércate a Cristo, a María, y a San José (padre de las vocaciones); y ten por seguro que ellos te llevaran al Padre. Déjate plasmar por el Espíritu Santo para que seas un mensajero de amor y del amor divino, y ve al encuentro de los más necesitados, pero nunca solo, sino, de la mano de Jesús, José y María.
Tú que has decidido seguir al señor, el mismo te dice prepárate para la prueba (Sir 2,1-2) camina con conciencia recta y firme; y en tiempo de adversidad no te inquietes. Toma fuerza y pelea la batalla del seguimiento de Cristo, toma fuerza pues las pruebas son muchas pero mayor es Cristo que está con nosotros, recuerda, Cristo es quien te fortalece, sabemos bien que las pruebas son necesarias en la vida, porque cuando sales en victoria de una de ellas, jamás serás el mismo, sométete pues a Dios como lo has hecho, resiste al diablo, y huirá de ti (St 4,7).
Vuelvo a repetirte: “Esfuérzate y se valiente, ten ánimos y no te desanimes, yo el Señor tu Dios estaré contigo a donde quiera que tu vallas” (Jos 1,9)
“Bienaventurado el varón que soporta las tentaciones, los sufrimientos, porque cuando hayas resistido la prueba, recibirás la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman de corazón” (St 1, 12). “Goza de la bondad del Señor en el país de la vida, espera en el Señor, se fuerte, ten ánimo, espera en el Señor” (Sal 27, 13-14). “Él es tu Dios que sostiene tu mano derecha, quien te dice que no temas porque él te ayudara” (Is 41, 13).
Dios es tu fortaleza, ve tu imagen de portada y hazte esa pregunta, quién contra ti? Dios está contigo, “pues nada hay imposible para Dios” (Lc 1, 37), confía en Jesús, Él nunca te dará una prueba que no puedas llevar y que supere tus capacidades, solo abandónate en sus manos y deja que te ayude con su amor. Dios manda a sus ángeles para que cuiden a otro ángel inferior a ellos, pero coronado de gloria y dignidad. Sigue peleando no te rindas, en la batalla alcanza la santidad que Dios nos pide. Sonríe, la vida es hermosa, Dios te ama.
Déjame también decirte que Dios confía en ti, Él sabe lo que hace, Él no se equivoca, Él tiene todo bajo su mirada, aun en lo inexplicable, Él es tu fortaleza. Deja que Dios tome el control de tu vida se cómo el justo JOB, que Él después de cada tribulación derramara gracia abundante en ti. Dios permanece fiel.
Ten presente esto: Dios te ha llamado a la vida, a la fe, y al sacerdocio para transformar el mundo, para animar a los jóvenes en sus luchas, y para muchas cosas más. Ahora te toca a ti responder con amor, valentía y generosidad. Ten mucho ánimo y reza por cada persona que existe en el mundo, también por ti, también por mí; tú estás en mis oraciones. Que Dios te bendiga.
Si quieres facilitar tu camino de santidad, recibe a María. “con Cristo podrás siempre afrontar las cosas de la vida” (Benedicto XVI).
CRISTO MURIÓ POR TI, TÚ VIVE PARA ÉL.