SIGUIENDO LAS HUELLAS DEL PADRE ENRIQUE AMEZCUA MEDINA
FUNDADOR DE LA CONFRATERNIDAD SACERDOTAL DE OPERARIOS DEL REINO DE CRISTO.
ROMA-TIERRA SANTA-ESPAÑA
Como no podía ser de otra manera había que ir a buscar los indicios del Padre Enrique en otro continente, ya que él fue un gran buscador de los designios de Dios a través de las personas que le puso en su camino y de los signos que iba descubriendo en la Providencia Divina.
Siendo estudiante en la Universidad Gregoriana en la facultad de Derecho Canónico y después de encontrarse con el Santo Padre el Papa Pío XII y haber escuchado de sus labios: “Padre, trabaje por las Vocaciones para América Latina”, y aún en su reflexión, incluso confusión, decide que había que buscar la luz de Dios y así, se dirige a la Basílica del Sagrado Corazón en Roma para encontrarse con Cristo que le muestra el gran amor que tiene a su Iglesia y por la que el Padre Enrique va a donar su vida. Esta visita va a marcar en un futuro la nueva Institución que aún estaba en el Corazón Sagrado de nuestro Señor.
Hasta ahí nos dirigimos quienes con la ayuda divina zarpamos el día 7 de octubre, fiesta de nuestra Señora del Rosario, para sentir el toque divino y estar en el lugar donde el Padre Enrique inicia esta travesía de búsqueda de la Voluntad de Dios.
Con la santa Misa que preside el Padre Esteban Alcocer, varios sacerdotes de la Confraternidad y un sacerdote de la diócesis de Querétaro, los peregrinos que fuimos desde México y los Operarios Seglares de la Parroquia de los Santos Mártires de Civittavecchia, nos encontramos delante del altar en esta hermosa Iglesia, construida por San Juan Bosco, tan querido por nuestro fundador.
Ahí el Padre Esteban nos recordó esos momentos que vivió el padre Enrique y nos animó a vivir nuestra peregrinación buscando a Cristo.
En el encuentro con el Santo Padre en la Audiencia sentimos la llamada del padre Enrique a seguir amando con devoción al Santo Padre, recordando que la Confraternidad está fundada para ser apoyo al Sucesor de Pedro y a los obispos, voz de Dios en nuestras actividades de cada día, así como escuchar constantemente a nuestros pastores.
Pasamos unos días contemplando la fundación, el crecimiento de la Iglesia en torno al Santo Padre en las basílicas Romanas, en los templos y basílicas que son signo del trabajo de tantos y tantos cristianos a lo largo de la historia, así como descubrir a los santos mártires que nos invitan a dar la vida por el Reino de Cristo.
Tierra Santa
Después de estar algunos días en Roma partimos a Tierra Santa, con el corazón abierto a lo que el Señor nos iba a mostrar y encontrarnos con esos lugares donde es difícil vivir por la orografía, la temperatura, el tipo de tierra, los conflictos permanentes, la persecución contra los cristianos, la pobreza existente, pero detrás de todo está la presencia del Señor que sigue vivo en medio de esta realidad para decirnos que seguirlo no es fácil y requiere también de nuestro esfuerzo.
Nos transportamos a otro tiempo y comenzamos a contemplar desde el lago de tiberíades y las demás poblaciones donde caminó el Señor, donde hizo sus milagros, donde sanó a los enfermos, visitó a sus amigos, enseñó a sus discípulos y en todo momento podíamos decir: Aquí fue donde ocurrió este gran milagro o este gran misterio, ¡aquí fue!. Y es cuando nos damos cuenta de la gracia inmensa que el Señor nos concede de estar y tocar esos lugares santos, todos lugares tocados por el Señor. Es donde encontramos esa expresión: el gran milagro no es que el hombre haya pisado la luna, sino que Dios vino y puso su morada en la tierra.
Fue una gracia el poder estar en nazareth, donde el ángel le anunció a María que iba a ser la madre de Dios, o visitar el pozo a donde ella iba a sacar agua (los ortodoxos dicen que fue ahí donde el ángel la visitó), la casa de san José o de la Sagrada Familia, tantos lugares que pudimos conocer (en muy poco tiempo).
De ahí pasamos a Belem, donde pudimos hospedarnos a unos metros del nacimiento de nuestro Señor, qué gracia. Pudimos celebrar la Santa Misa ahí, un día ahí donde fue el nacimiento y otro día en la capilla de la cueva de San jerónimo, donde pudimos experimentar la invitación del padre Enrique de amar mucho la Sagrada Escritura recomendándonos la Lectio Divina.
Indudablemente, el momento crucial es nuestra visita a la Iglesia del Calvario, preparándonos con el rezo del santo Via Crucis por la vía dolorosa, así llegamos al Santo Sepulcro (¡qué impresión!), donde podemos estar en el lugar donde nuestro Señor estuvo desde que fue bajado de la Cruz hasta que resucitó. ¿Se puede pedir más? Aunque fueron dos minutos, fueron mucho tiempo el que pudimos estar en él.
Posteriormente subimos al Calvario, en medio de un mundo de gente, que con una gran profundidad de oración se acercaba al altar del Calvario. Pero, antes de llegar ahí, se encuentra el altar de la Dolorosa, esa imagen que tano hemos visto con el padre Enrique y Fray Pedro de la Inmaculada, celebrando la santa Misa, es una imagen que forma parte de nuestro pensamiento y de nuestra espiritualidad, la Virgen Dolorosa con las espadas atravesando su corazón inmaculado.
Pudimos también estar en la capilla del Pater Noster, tan significativo para nosotros.
Fuimos descubriendo en cada paso lo que el padre Enrique, ayudado por Fray Pedro e iluminados por el Espíritu Santo para poder ver lo que somos y de dónde venimos.
España
Posteriormente, salimos hacia España. La Confraternidad no la podemos entender sin España, lugar donde el Padre Enrique llevó a sus primeros seminaristas mayores a estudiar, siendo acogidos por el Cardenal Don Marcelo González Martín. Tuvimos un momento especial cuando en la catedral pudimos rezar un responso por su eterno descanso y agradecimos al Señor por haberlo iluminado y haber unido la confraternidad con esta querida Arquidiócesis. D. Marcelo dio la aprobación de la fundación de nuestro Seminario mayor, por donde han pasado más de 90 sacerdotes en su etapa de formación.
En Olías del Rey pudimos entrar en contacto con los Operarios seglares, y personas de esta parroquia y otras donde hemos estado los Operarios como Madrid, Magán, etc.
Fue una visita breve, pero muy significativa, de convivencia con los sacerdotes y seminaristas y celebrando la Santa Misa en el templo parroquial y con la presencia de un modo especial de la Virgen del Rosario, fiesta muy cercana para todos. Fue una jornada de muchos recuerdos y de mucha gratitud para cuantos nos han ayudado: Además del cardenal, los sacerdotes que nos apoyaron, seglares, miembros de la parroquia y las hermandades, bienhechores como la familia Alexiades, se hizo especial mención al padre Manuel Hernández y su familia y tantas personas que hicieron y hacen posible nuestra presencia ahí y en otras parroquias de España. Hacemos mención a los sacerdotes que se desplazaron desde otras parroquias para compartir esos momentos tan especiales, con dimensión de Confraternidad.
Y con el deber cumplido regresamos a México a continuar con nuestras actividades diarias.
Agradecemos la participación en esta peregrinación a la agencia de viajes peregrinaciones.mx, quienes nos apoyaron desde el principio, en especial por Juan Alberto que nos acompañó desde el principio hasta el final, a los peregrinos, algunos conocidos pero otros que llegamos a conocernos y sentirnos familia y los sacerdotes que con esfuerzo pudieron participar en esta peregrinación: Padre Esteban Alcocer González, P. Carlos Alberto Reynoso Valdés, P. Gilberto Baldovinos Mendoza, P. Francisco Javier Sebastián Salinas, P. Carlos Gregorio Garduño (Sacerdotes Operarios del Reino de Cristo) y P. Ricardo Vargas (Sacerdote de la diócesis de Querétaro).
Nos ponemos en las manos del Señor para que a todos tanto peregrinos como a la confraternidad nos ayude a seguir trabajando en la extensión de su Reino y que el Padre Enrique siga intercediendo por esta Obra querida por Él y que dará muchas alegrías a la Iglesia.
Padre Nuestro, venga a nosotros tu Reino.
Por Cristo con Él y en Él.