Nuestro seminario, semillero para la Iglesia

Nuestro seminario, semillero para la Iglesia

38 Aniversario

de la bendición por la fundación de nuestro seminario

El 1 de mayo de 1982 y celebrando la fiesta de San José Obrero en un ambiente de alegría en el pueblo de Olías del Rey, la Confraternidad de Operarios del Reino de Cristo con la presencia de nuestro fundador el padre Enrique Amezcua Medina y la archidiócesis de Toledo con el Sr. Cardenal D. Marcelo González Martín pudimos asistir a un hecho histórico y lleno de ilusión: la bendición de nuestro Seminario con el patronazgo del Sagrado Corazón de Jesús y nuestra Señora del Rosario.

Como el padre Enrique tenía costumbre, se pidió previamente la oración de múltiples conventos de comunidades religiosas así como parroquias para que se cumpliera la Voluntad de Dios, porque lo que se buscó no fue un capricho o voluntad personal sino siempre que se cumpliera lo que el Corazón Sagrado de Jesús quería.

Así, de un modo sencillo como son las obras de Dios y con una gran confianza en su Providencia se inició un caminar que hasta el día de hoy se ha mantenido, formando nuevos sacerdotes que se encuentran sirviendo a la Iglesia en tantos y tantos lugares de España, de México, Estados Unidos, Puerto Rico, Colombia e Italia. Por este seminario han pasado la mayor parte de los más de 140 sacerdotes de la Confraternidad y en otras diócesis donde hay sacerdotes operarios trabajando.

La Parroquia de Olías del Rey se ha constituido como parte integral de nuestro seminario y nuestros seminaristas se han convertido en un miembro más de esta querida población. Igualmente nuestros sacerdotes llevan en su corazón todas las experiencias y momentos de oración, apostolado y amistad que se ha ido fortaleciendo a lo largo del tiempo.

En construcción de esta historia de nuestro seminario hemos asistido a la partida a la casa del Padre de nuestro muy querido D. Marcelo y del padre Enrique así como de D. Antonio Sainz-Pardo y otros sacerdotes que de un modo generoso y activo nos apoyaron y expresaron su amor sacerdotal en nuestro seminario.

También reconocemos la acción de Dios en personas que dejaron que el Señor Dios actuara en su corazón como el P. Manolo, D. Rafael Palmero, D. Demetrio Fernández y tantos sacerdotes que de un modo desinteresado fueron como ángeles guardianes y ejemplos de sacerdotes entregados y generosos.

Como no podía ser de otra manera existen personas que hoy desde el cielo o junto a nosotros forman parte de nuestro caminar, son nuestros bienhechores, seglares, amigos que se desprendieron de sus bienes o su tiempo y su persona para ayudar a nuestros seminaristas, a ellos les agradecemos desde la oración y nuestro cariño. Son tantos que no terminaríamos en este documento en señalarlos, Dios lo sabe y le recompensará con el ciento por uno por lo que han hecho por nosotros. Hoy en día se ha ido incrementando nuestro seminario con dos nuevos pabellones, nuevas capillas y servicios que los seminaristas necesitan. Damos gracias a Dios.

Podemos preguntarnos: y ahora, qué viene?

Aún hay muchos desafíos que nuestro seminario debe afrontar. Además de la necesidad de sostener una construcción de mantenimiento y servicios que cada día se requiere de un capital importante, hay otras necesidades que la formación requiere como: una preparación cada día más completa de nuestros formadores que es fundamental en el magisterio de hoy en día en que la sociedad requiere de sacerdotes mejor preparados y que lleven el mensaje salvador a todas las personas.

Seguimos en el esfuerzo de pedir para que el Señor siga suscitando nuevas vocaciones que quieran seguir a Cristo de un modo total, que nuestro seminario sea un semillero de nuevos miembros, nuevas vocaciones. Y cómo no, seguir pidiendo por la fundación de nuestras hermanas religiosas operarias. Dios quiera que veamos este anhelo del Padre Enrique culminado en breve para que puedan dar un servicio a la Iglesia con su apostolado.

Hoy podemos escuchar de Dios esa llamada a alimentarnos del Pan de Vida y levantarnos porque aún hay mucho por caminar, eso es lo que queremos.

Sabemos que los acontecimientos que hoy estamos viviendo en el mundo entero van a requerir de nuestra parte una mayor disponibilidad para servir, para que la confraternidad sea un apoyo para los obispos en las diócesis necesitadas de clero. Esta sociedad que hoy está profundamente dañada necesitará de la presencia amorosa de Cristo que se acerca a todo hombre y mujer a llevarle consuelo va a necesitar del sacerdote que le lleva la Palabra, la Eucaristía y los sacramentos para que pueda levantarse como hizo la Virgen de Guadalupe con Juan Bernardino en Tulpetlac. Este es el encargo que tiene la confraternidad y por eso es tan necesaria hoy. Le pedimos al Señor su luz y la fortaleza para cumplir con nuestra misión.

Padre nuestro, venga a nosotros tu Reino. Por Cristo, con Él y en Él.

Madre Santísima de Guadalupe, venga a nosotros y por medio de nosotros el Reino de tu Hijo.

Autor entrada: SGCORC