I Momento de Preparación
Vas a entrar en diálogo con el Señor. Prepárate. Tienes que dejar a un lado tus ocupaciones y preocupaciones, tus planes y tus proyectos. Lo importante en este momento es disponerte a escuchar la Palabra, el mensaje liberador que el Padre te va a indicar por Jesús, la Palabra permanente de Dios, que el Espíritu te ayudará a entender.
- Esto te es más necesario.
- Orar es: experimentar que el Señor desea conducirte hacia una entrega total a su mensaje y a su proyecto de vida para ti.
- Orar es: experimentar que el Padre quiere llevarte hacia un abandono total en Él por amor.
- Orar es: convertir esos gestos de amor en vida plena, que gozas alexperimentarla.
- Invoca al Espíritu, que es la inspiración del Padre y de Jesús para ti. Canta suavemente: Veni, Sancte Spiritus.
Para iniciar esta serie de reflexiones, vamos a escuchar al Señor que nos dice quién es nuestro prójimo.
II LEE LA PALABRA DE DIOS Lc 10, 25-37 (abre tu Biblia y escucha al Señor que te habla).
Puedes leerla una o dos veces.
III Ahora vamos a ver ¿Qué dice el texto?
- En tiempos de Jesús, había una gran confusión, aun en los maestros de la Ley, sobre quién era el prójimo. Pues así lo indicaba el primer mandamiento.
- Para algunos maestros, prójimo era sólo el que pertenecía al pueblo de Israel. Era el “hermano” que estaba bajo la Alianza de Dios con su pueblo. El extranjero no entraba en esa categoría.
- Por eso, en esta parábola, Jesús responde claramente que prójimo es, sobre todo, el que sufre alguna necesidad o carencia. Es decir, toda persona. Y Lucas, el evangelista de la misericordia y de la ternura de Dios, quiere trasmitirnos esta enseñanza de Jesús.
- Jesús responde con toda claridad: Haz eso y vivirás. Lo que importa es la vida, el hacer el bien, no las discusiones, de las cuales eran tan amigos los maestros y los fariseos.
La Virgen de Guadalupe, viviendo este Evangelio, se nos muestra en su V Aparición inclinándose sobre el enfermo (Juan Bernardino) y nos muestra quién es nuestro prójimo. El enfermo, no solo físico, puede ser el que está solo, el que se aleja, el que sin darse cuenta se separa de la Comunidad…
Un samaritano sintió lástima (v. 33)
- Esta parábola seguramente habría dado al maestro de la ley un verdadero golpe en contra de su mentalidad. Pues, el prójimo para los judíos era simplemente el de su país y el de su raza. Un “samaritano”era considerado como hereje, que no formaba parte del pueblo elegido, de Israel. Prácticamente era considerado como un pagano, que no entraba en el plan de salvación de Dios. Así era la mentalidad reinante.
- Jesús deshace este modo de pensar. Y, como en otras ocasiones, pone de modelo a un personaje (el samaritano), que era tenido por los judíos como hereje.
- En consecuencia. Ni el sacerdote judío, encargado de ofrecer el culto a Yahvé, ni el levita (obsesionado por el cumplimiento de la ley) descubren al prójimo. Y pasan de largo, sin ayudarle, y con el miedo de ser contaminados y cometer pecado por la aproximación al necesitado.
IV. ¿Qué me dice el Señor en este texto? ¿Cómo lo aplico a mi vida en mi colonia, en mi familia, en mi escuela?
Vete y haz tú lo mismo (v. 37)
- El que entiende quién es el prójimo, el próximo, es aquel samaritano que sintió lástima del herido (v. 35); se acercó, le vendó las heridas, después de habérselas limpiado con aceite y vino; luego lo montó en una cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Sacó unas monedas y se las dio al encargado, diciendo: “Cuida de él, y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso” (vs. 34 y 35).
- Lucas nos describe todos los gestos y pasos, tan delicados, del samaritano que entiende y atiende al desvalido con toda delicadeza y amor.
- Por supuesto que los primeros prójimos (próximos) son los de la misma familia.
- No podemos justificarnos con el pretexto de cumplir otras normas de vida (preceptos, mandamientos; ejemplo: ir a misa o dar limosna), para olvidarnos del marginado.
- Nuestra vida espiritual depende de esta actitud y, en consecuencia, de las obras de misericordia que hagamos a favor del hermano.
Se pueden añadir algunas aplicaciones propias…
- No podemos relacionarnos con el Señor en la oración si no vivimos la misericordia, caridad y justicia con el prójimo.
- No podemos celebrar y comulgar con el Señor en la Eucaristía, si no comulgamos con el Señor, que vive y sufre en el hermano.
- No podemos acercarnos a la comunión sacramental si no queremos reconciliarnos con el hermano.
- No podemos orar con conciencia tranquila si sentimos resentimiento u odio al prójimo (Mt 5, 23-25).
- El amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables. Tanto amamos a Dios cuanto amamos al prójimo, con obras más que con palabras.
V. ORA ¿Qué le respondo al Señor que me habló a través de su palabra? ¿Qué le digo? (Debe ser en relación a lo que escuchamos)
- Señor, quiero vivir esta enseñanza que Jesús, tu Hijo, nos ha dado tanta claridad. Haz que yo supere todos los rechazos que siento hacia mis hermanos. Haz que sepa comprender y perdonar.
- Quiero contemplar la mirada compasiva de la Virgen, Salud de los enfermos e imitarla con mis hermanos, los pecadores, maltratados y olvidados de nuestra sociedad. Quiero purificar mi amor a los demás. Quiero entender que el amor que Tú me regalas debo manifestarlo a mis hermanos, aunque no me caigan bien.
Se pueden añadir oraciones….
VI. COMPROMISO ¿Qué acción o acciones me mueve la Palabra a realizar
- A tantos desvalidos en los que Jesús se manifiesta tan claramente y que por ellos pide tu ayuda y tu apoyo.
- A tantos necesitados, en lo material y en lo espiritual, que son olvidados de la sociedad. Siente una verdadera compasión de ellos y anima a otros a hacer algo en su beneficio.
- A ti mismo, que, con frecuencia, te desentiendes de ayudar al que lo necesita.
- Haré una revisión de vida sobre mis actitudes y obras en lo referente a vivir la caridad con el prójimo. Veré si hay alguien cercano que me necesita, aunque no me lo pida.
- Haré resonar en mi interior la Palabra de Jesús: Vete y haz tú lo mismo (v. 37).
… Le doy gracias a Dios por este momento de oración.