Testimonio Vocacional: Manuel Abraham Belloso

Mi nombre es Manuel Abraham Belloso Martínez, soy originario del pueblo de La Cañada, municipio de El Marqués en el estado de Querétaro, mis padres son Javier Martín Belloso Estañol y María del  Carmen Martínez González, tengo 2 hermanos mayores.

Sería un poco complicado establecer un momento específico en el cual yo afirme que estoy vocacionado al sacerdocio, preferiría hablar de diferentes momentos en lo que la providencia ordinaria de Dios fue configurando mi vida para poder responder a la vocación sacerdotal.

Todo comienza cuando yo estaba en la catequesis preparatoria para recibir la Primera Comunión, a la edad de 10 años en los que pocas veces había asistido a una celebración eucarística, cabe resaltar que en casa poco se asistía a la iglesia, en ese momento mi familia no era muy acercada a la religión y, aunque eramos católicos, lo eramos realmente en momentos específicos y solo de nombre. Al estar yo preparándome para recibir el sacramento se me pide asistir a la Eucaristía dominical al menos y llevar una hoja para que la firmara el sacerdote, al comenzar a asistir me doy cuenta de muchas de las acciones que realiza el sacerdote en la Misa y, al llegar esa tarde a casa, le comento a mi mamá que yo también quería ser sacerdote, que me había gustado mucho la Misa y que quería algún día yo también poder celebrarla. A este comentario mi madre no hace más que asentir y decir que cuando sea grande elegiré, en otras palabras como se dice en México, me dio el avión.

Habiendo pasado unos meses y estando mi familia pasando por una situación poco agradable en la que la estabilidad familiar era poca se fue acercando toda mi familia a la iglesia, poco a poco, en un domingo del mes de enero del año 2002 la providencia de Dios llevó a la Parroquia de San Pedro de mi pueblo al entonces promotor vocacional el padre Martín Rodríguez quien en los avisos finales se dio a conocer e invito a los jóvenes que quisieran participar en la pascua Juvenil del mes de abril de ese año, mi madre poco lo pensó y de inmediato se acerca a pedir informes, mas sin embargo el padre llevado un poco por la prisa le indica que la recibirá con más calma en el seminario, que ahí llegue y pregunte por él, mi madre acepta y se despide.

Después de unos días se acerca mi mamá al seminario Conciliar de Querétaro preguntando por el Padre Martín, ahí no le saben dar informes y la envían al seminario menor en donde tampoco resuelven la cuestión, mi mamá confundida se va a trabajar y pasan un par de semanas mas se acerca a la parroquia a pedir la misa por el aniversario de fallecimiento de mi abuelo don León Martínez, ahí cuestiona a la secretaria sobre los sacerdotes que van a celebrar la eucaristía los domingos y ella amablemente le comenta que se trata de los padres Operarios del Reino de Cristo pero sin poderle decir la ubicación del seminario, mi madre agradece y se retira.

Pasan después otros días más y ya estando próximo el mes de marzo coincide con que mi madre pregunta a la Señora Lupita Saenz sobre los padres, ella le comenta la cercanía que había entre el local de mi mamá, ubicado en ese entonces en la calle Ejercito Republicano a 1 minuto de los arcos y el seminario de Jardines de Querétaro. Unos días más tarde el padre me recibe y le comento mi inquietud de ser sacerdote, el me hace ver que aun soy muy pequeño para elegir pero que con gusto me haría participar de la pascua juvenil de ese año, yo acepto gustoso y se queda dialogando con mi mamá sobre otras cosas.

En la pascua conocí a algunos seminaristas que me acogieron muy bien, ademas de los chicos que en ese entonces participaron de la pascua, yo asistía de 9 de la mañana a 5 de la tarde, fue una experiencia muy buena y agradable, después de la pascua el padre Martín me invita al preseminario menor de Salvatierra Guanajuato, pese a mi edad él está confiado en que podré estar tranquilo, así lo hacemos y en ese año comencé a asistir a los preseminarios y pascuas continuamente hasta la edad de 15 años que me corresponde entrar al seminario.

Muchas cosas pasaron durante esos años, se dieron en mi los típicos cambios que suelen tener los adolescentes pero ello no impidió que siempre fuera encontrando el camino que Dios me inspiraba en el corazón. A los 13 años en el verano del 2007 comienzo a asistir a un bendito grupo de oración en el templo de la Santa Cruz en Querétaro, se trata de la renovación Carismática que ahí hacia sus reuniones y clases, yo me acerco como toda mi familia y es ahí donde puedo decir que me ayudó más el Señor a descubrir que me llamaba al seminario, que era Él quien quería que yo entrara al seminario, en el grupo se me envía gratuitamente a un retiro conocido como ENJES (Encuentro Nacional de Jóvenes en el Espíritu Santo) en la ciudad de Aguascalientes y ahí es donde elijo comenzar mi camino en el seminario.

A la vuelta del ENJES le digo a mi mamá que estaba decidido a intentarlo en el seminario, que no perdía nada y que ella me apoyara, como siempre ella me ayuda y eso que faltaba solo una semana para la fecha de ingreso, mi mama se mueve y de una forma u otra me ayuda consiguiendo las cosas necesarias para el seminario.

El viernes 1 de agosto del año 2008 a las 7 de la mañana salimos de mi casa rumbo al seminario menor de los Operarios del Reino de Cristo en la ciudad de Salvatierra donde curso la preparatoria y mis primeros años de seminario, fue una etapa muy bella en la cual fui madurando un poco mi visión del sacerdocio, muchas pruebas para adaptarme al nuevo ritmo de trabajo del seminario, actitudes que cambiar pero siempre con ilusión, recuerdo que uno de los acontecimientos mas fuertes para mi en ese momento fue el día 16 de noviembre del mismo año en el que me imponía la sotana el sacerdote que me había acompañado en muchos años, el padre Jorge Serrano me revestía en ese día después del rito que el entonces rector pbro. José Trinidad Hernández Vázquez nos había hecho, recuerdo que en la homilía de esa misa nos decía que la sotana era un compromiso serio, que ella nos implicaba una renuncia al mundo una aceptación de Dios, que era la primera de muchas confirmaciones a la respuesta que habíamos dado al llamado de Dios y nos invitaba a comportarnos de una manera que fuera digna de la vestimenta que recibiríamos.

Tres años más tarde, el 26 de junio del 2011 marchaba de ese seminario que tantas alegrías me dio para incorporarme el próximo 4 de agosto al seminario mayor del Sagrado Corazón de Jesús en Querétaro, ahí curse la etapa de filosofía en el convento de la Santa Cruz con los padres Franciscanos, habiendo vivido experiencias muy bellas y en todas ellas vi como el Señor me pedía siguiera en este camino, dentro del seminario debo afirmar que el testimonio del rector, el padre Gilberto Moya me ayudo demasiado, es un sacerdote a quien le guardo un gran cariño por todo lo que me apoyo en diferentes sentidos, siempre atento a los seminaristas y como persona muy humano y en quien podías confiar. Él fue el medio de quien Dios se valió en ese momento determinado para invitarme a seguir adelante.

Después de tres años, ya en el 2014, me toca el turno de seguir hacia el curso de espiritualidad en la ex-hacienda de San Juan Hueyapan en Hidalgo, un curso en el que pude sentir la experiencia de la comunidad y la cercanía con Dios, un lugar de paz y oración que de mucho sirve al seminarista para interiorizar, este curso lo culmino con la primera incorporación temporal a la Confraternidad y debo decir que es otra experiencia en la que la providencia de Dios se vale para reavivar mis fuerzas.

En este momento curso el primer año de teología en el Seminario Mayor del Sagrado Corazón de Jesús y Nuestra Señora del Rosario en Olías del Rey, Toledo, España, un curso en el que hace muchos años no me habría siquiera imaginado poder cursar y que por gracia de Dios comencé desde el pasado mes de octubre.

Sigo deseoso de poder algún día levantar el Cáliz de la salvación e invocar el nombre del Señor, que se haga su voluntad y aquí estoy si le sirvo a Dios.

Autor entrada: SGCORC