Momento de preparación
Vas a entrar en diálogo con el Señor. Prepárate. Tienes que dejar a un lado tus ocupaciones y preocupaciones, tus planes y tus proyectos. Lo importante en este momento es disponerte a escuchar la Palabra, el mensaje liberador que el Padre te va a indicar por Jesús, la Palabra permanente de Dios, que el Espíritu te ayudará a entender.
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Esto te es más necesario.
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Orar es: experimentar que el Señor desea conducirte hacia una entrega total a su mensaje y a su proyecto de vida para ti.
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Orar es: experimentar que el Padre quiere llevarte hacia un abandono total en Él por amor.
Orar es: convertir esos gestos de amor en vida plena, que gozas al experimentarla.
Invoca al Espíritu, que es la inspiración del Padre y de Jesús para ti. Dí suavemente la oración:
Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.
Oración:
Oh Dios, que llenaste los corazones de tus
fieles con la luz del Espíritu
Santo; concédenos que,
guiados por el mismo Espíritu,
sintamos con rectitud y
gocemos siempre de tu consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Lee la Palabra de Dios: Mc 6, 6-13 (abre tu Biblia y escucha al Señor que te habla).
Puedes leerla una o dos veces.
Jesús envía a los Doce
Jesús recorría todos los pueblos de los alrededores enseñando. Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni morral, ni dinero; que llevaran calzado corriente y un solo manto.
Y les decía: «Quédense en la primera casa en que les den alojamiento, hasta que se vayan de ese sitio. Y si en algún lugar no los reciben ni los escuchan, no se alejen de allí sin haber sacudido el polvo de sus pies: con esto darán testimonio contra ellos.»
Fueron, pues, a predicar, invitando a la conversión. Expulsaban a muchos espíritus malos y sanaban a numerosos enfermos, ungiéndoles con aceite.
El Señor Jesús predica el amor de Dios, lo va anunciando. Después envía a los discípulos de dos en dos para que cumplan la misma misión suya.
Han de visitar a todos y llevan un anuncio no solo de palabra sino de hecho. Hay una actitud de los visitados: Aceptar al discípulo en su casa, abrirle su hogar, su corazón, su vida. También han de estar dispuestos a escuchar la llamada a la conversión.
Después de esto viene la sanación espiritual, la expulsión de los demonios, pero también la sanación material, física, la curación de las enfermedades. Primero es la sanación espiritual, después viene la física, si no, se convierte en ver al mesías solo como un mago.
¿Qué me dice el Señor para mi vida?
Primero me pregunto, ¿por qué me acerco a Dios? ¿Qué busco? Algunas veces solo le pido la sanación física mía o de mis familiares. Cuando no vemos lo que queremos nos llenamos de dudas y desesperanza.
Hoy el Señor me dice que el Señor viene a sanar mi corazón, por eso escucho su Palabra, le abro mi corazón, lo acepto en mi vida de modo especial en el camino de mi conversión de corazón.
¿Doy pasos para acercarme al Señor? ¿con qué actitud me acerco? Me doy cuenta que muchas veces antes que escucharlo yo le presento mis problemas, dificultades, enfermedades y cuando él me habla yo ya estoy en otra cosa. La primera conversión es la del cambiar mi modo de aceptar al Señor, incluso en la adversidad.
La Virgen María, Salud de los Enfermos, en su V aparición Guadalupana se nos presenta en esa actitud de brazos abiertos que se acerca al hombre postrado, que sufre, que está en el suelo (física, psicológica, espiritual, moralmente) y lo levanta en su dignidad.
Juan Bernardino ve y acoge en su hogar a María de Guadalupe y con ella a su Hijo Jesús. Recibe su sanación espiritual (él pedía un sacerdote) y su curación física.
Yo hoy puedo acercarme así, con esta apertura y aceptar en mi vida a la Virgen María, a su Hijo y recibir mi conversión y mi sanación total.
¿Qué le digo al Señor?
Señor Jesús, hoy me pongo en tu presencia, no para pedirte algo, sino para aceptar tu Palabra que me invita a la conversión, para levantarme de mi postración, de mi enfermedad interior. Te pido que expulses los malos espíritus que hay en mi corazón: malos sentimientos, malos deseos, malos pensamientos, actitudes egoístas o soberbias, que expulses mis orgullos y vanidades. Te pido que me sanes. Que la Virgen María de Guadalupe, enfermera celestial, cure mis dolores y me lleve a escuchar mejor tu Palabra que libera y salva.
Mi compromiso. Esta Palabra ¿a qué actitudes de conversión me llevan?
Voy a pensar en una persona cercana a mí que necesita ser sanado y le voy a ayudar para que abra su corazón a la Palabra del Señor.
Le doy gracias a Dios por darme este momento de oración.