El pasado 28 de abril dos mil dieciséis el consejo general se presentó ante el Prefecto para la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, Don João Braz de Aviz, en la Ciudad de Roma. Dicho encuentro se desarrolló en un ambiente de oración, de diálogo, presentación y de conocimiento mutuo, pues nunca antes en la historia de la Confraternidad se había realizado un encuentro así.
El director general, Pbro. Lic. Antonio Gómez Elisea, presentó a grandes rasgos, el carisma, configuración canónica y fin apostólico la Confraternidad, el número de miembros sacerdotes, seminaristas y operarios seglares, así como los pequeños pasos dados para la rama femenina, a cuyas palabras el cardenal se mostraba sumamente interesado, además de conocer el nombre de nuestro fundador, el P. Enrique Amezcua, un poco de historia de la Confraternidad y el origen de nacimiento, bajo el regazo de Santa María de Guadalupe, a cuya mención el cardenal mismo interrumpió emocionado para expresar su amor y devoción a la Virgen en dicha advocación.
El cardenal preguntó sobre cómo se desarrolla la vida ordinaria de las comunidades en la Confraternidad, incluso preguntó directamente sobre la existencia de algunos problemas y cómo hace frente la Confraternidad al respecto. Tras algunos breves comentarios dirigió a todos unas reflexiones, que pidió se extendieran a todos los miembros de la Confraternidad y que ahora compartimos.
Dijo que la Congregación trabaja en estrecha obediencia y colaboración con el Santo Padre, de quien recibe siempre luz y ánimo en sus intervenciones y pidió caminar como Confraternidad por esta línea.
Invitó a reflexionar en la importancia de la fidelidad al carisma, solo así Dios sigue bendiciendo y haciendo que los frutos de la Confraternidad sean los esperados por Él e inspirados al P. Enrique Amezcua, de los cuales somos herederos.
Pidió a los consejeros que, como órgano de gobierno general, se muestren siempre como servidores, consientes que es a Dios mismo a quien le darán cuentas. Atrás, dijo deben quedar los tiempos en que se considera el pertenecer a un cargo de gobierno identificado con el poder o búsqueda de prestigio. Hoy por hoy, la Iglesia debe regresar a las fuentes y ver, que así como Cristo es el que se pone como servidor, en la Iglesia y Confraternidad, los que tienen algún cargo, han de considerarse servidores de los demás y verlos como hermanos, mas que como subordinados.
Animó a considerar la formación de todos y cada uno de los miembros como algo urgente y prioritario. Hoy por hoy, dijo, la Iglesia no entiende la formación sacerdotal solo en su etapa inicial (aquella del Seminario), sino también y sobretodo permanente (continuada en el sacerdocio). Son ideas que ya desde el Concilio Vaticano II se vienen manejando, pero que están tomando fuerza últimamente. La formación permanente, dijo, es la clave para mantenerse siempre fieles al carisma que Dios ha puesto en las manos de la Confraternidad, y ha de entenderse no solo en su dimensión intelectual, sino en las demás áreas, como la humana, espiritual, pastoral y comunitaria.
Recordó las palabras del papa Francisco en el año de la vida consagrada, que invita a hacer realidad la vida fraterna en comunidad, sin ésta, será difícil desempeñar la misión dentro de la Iglesia. Puso como ejemplo la misma Congregación que él dirige, que busca que todos, a pesar de ser de varias comunidades religiosas han de sentirse una familia que se reúne en torno al Padre común en la oración comunitaria todos los días. Pidió que no se olvide esto en las pequeñas comunidades de la Confraternidad. Solo estando en torno al Padre común en un ambiente de oración, entendemos que los que están al lado, que son hijos de este mismo Padre son hermanos nuestros y no solo compañeros en el camino, sino que nos une vínculos más fuertes que la misma sangre.
Hizo una reflexión sobre la docibilitas, que no ha de confundirse con la simple docilidad (una visión más pasiva). Docibilitas (una visión más activa y responsable) – palabra que aparece ya en los documentos de la Iglesia– es la libertad interior y la disponibilidad que el consagrado a Dios se deje modelar por Él, que sea disponible a cada día, en cada acontecimiento para percibir la acción de Dios y estar dispuesto a colaborar con Él; es la condición de ser joven, no tanto como cualidad anagráfica, cuanto como actitud global existencial, es una disposición interna y humilde de dejarse tocar por Dios mismo, de dejarse educar de la misma vida, de los demás, de cada situación existencial y de aprender de la vida y de la experiencia, siempre en la óptica de saber que Dios es quien guía el curso de la historia universal y la historia de cada persona. Implica también, dijo, una libertad interior, un deseo inteligente de dejarse instruir de cualquier fragmento de verdad en torno a sí, adquirir una capacidad de relacionarse, de interiorizar con fecundidad y responsabilidad; en pocas palabras decía, casi para concluir, es una actitud interna de “aprender a aprender” en cada persona, signo o circunstancia que Dios pone en el camino para estar dispuestos a la santidad.
Casi para finalizar invitó a mantenerse fieles a Jesucristo y a su vicario aquí en la tierra, dijo que la Iglesia está pasando por un momento bello de renovación, gracias a los impulsos que el Espíritu Santo suscita en el Papa Francisco y pidió ser fieles y formar parte, como Confraternidad, de esta renovación, de este cambio, especialmente con la oración, con la comunión a la Iglesia y con la fidelidad al carisma, pues una trampa sería estar solo como espectadores y no como artífices de este saber discípulos misioneros, como invita el Papa.
Por ultimo pidió al director general mantener un contacto como Confraternidad con la Congregación, aparte del informe quinquenal que se debe dar. Extendió los saludos a todos y cada uno de los miembros de la Confraternidad e impartió la bendición después de un Ave María a la Virgen.
P. Francisco Javier Varela Delgadillo