Testimonio vocacional: Sergio Iván Mena Catalán

Mi nombre es Sergio Iván Mena Catalán, nacido el 23 de Noviembre de 1990, soy hijo de Amadeo Mena García e Irma Catalán Juárez, tengo dos hermanas menores que yo, Mayra Sarahi y Gabriela; soy originario de Zacatepec, Morelos, México.

Mi familia se empezó a acercar a la Iglesia cuando un amigo de la primaria llamado Marco Antonio me invito a la catequesis y allí nuestra catequista nos dijo que teníamos que ir a misa pues nos preguntaría el siguiente sábado acerca de lo que el sacerdote decía, cuando llegamos a casa después de la catequesis se lo dijimos a mi mamá quien respondió que sí que mi padre nos llevaría pues ella tenía muchos quehaceres en la casa, de esta manera fue como fuimos acercándonos a participar de la mesa del Señor y fue allí donde tuve las primeras llamadas del Señor en mi vida a través de los diversos sacerdotes que no sé por qué razón se acercaban a mí y me decían que si quería ser sacerdote. Al ir participando de la misa me fui impresionando de la figura del sacerdote y de su poder para hacer presente a Cristo en la Eucaristía y de ganar almas para el cielo a través del sacramento de la penitencia, con lo cual iba germinando en mí esa semillita de ser algún día sacerdote de Jesucristo, fue también en estos primeros años de acercamiento con el Señor que fui incorporándome a diversos grupos religiosos como la Legión de María, uno de los coros de la parroquia, Escuela de Pastoral, Movimiento Pandillas de la Amistad.

Una de las figuras de nuestro tiempo que puedo decir que influyó en mi vocación fue la figura de San Juan Pablo II que aunque no pude verle directamente podía verle en televisión, me impresionaba toda su labor pastoral y la gran sonrisa que siempre se dibujaba en su rostro, recuerdo que el día que murió estábamos mi Padre y mis hermanas siguiendo la transmisión por Televisión y cuando avisaron que había muerto lloré amargamente, luego comprendí que este hombre que tanto me había impactado era un verdadero hombre de Dios y yo quería ser como él, entregarme con todas mis fuerzas a Cristo, con la ayuda de la virgen María. Fue en un retiro del Movimiento Pandillas de la Amistad donde por primera vez cuando el Sacerdote que impartía una charla nos preguntó a todos los chicos que allí estábamos ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Respondí “quiero ser Sacerdote”. En el último año de educación secundaria fui olvidándome de ese deseo de ser sacerdote y se pudiera decir que quise dejar de asistir a la Iglesia, pero gracias a mis Padres y a mi hermana Mayra que me invitó a dar catequesis el Señor no me lo permitió.

Al terminar yo la secundaría y entrar en lo que sería la preparatoria el Pbro. Martín Rodríguez Morales uno de los sacerdotes Operarios del Reino de Cristo, que ya cuando era niño había sembrado en mí esta semillita de ser Sacerdote y que también me había implicado a participar en el grupo de monaguillos me invito a participar en una Pascua Juvenil en el Seminario Mayor de los Operarios del Reino de Cristo en la ciudad de Querétaro. La verdad me fue de maravilla, tanto que hasta me propuse volver el año siguiente para divertirme pues esta experiencia había superado en todos los sentidos el modo de vivir la Pascua años anteriores en mi Pueblo; fue en la segunda Pascua en la cual yo participé, donde sentí una vez más que el Señor me llamaba para algo más pero no sabía para que, así que el siguiente año volví y fue allí en la Hora Santa del Jueves Santo del año dos mil nueve donde sentí que el Señor me llamaba para ser Sacerdote Operario de su Reino, pues además me decía a través de un canto de uno de los ahora ya sacerdotes “sigue adelante, yo confió en ti y no te dejaré aun los problemas que puedas tener, yo confió en ti”, mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría por las bondades que el Señor me manifestaba, terminando la Pascua juvenil, al llegar a mi casa les dije a mis Padres que yo quería ser Sacerdote pues me sentía amado y llamado por Dios, a mis Padres les cayó muy de sorpresa que yo les haya dado esta noticia y les costó un poco de tiempo aceptar mi decisión, después de muchas pruebas mis padres aceptaron la voluntad de Dios y me apoyaron. Al poco tiempo en julio del mismo año 2009 tuvo lugar en el mismo seminario el preseminario donde al preguntarme el sacerdote encargado de la pastoral vocacional que en aquel tiempo era el Pbro. Jorge Serrano Gutiérrez si estaba dispuesto a dejarlo todo y seguir a Cristo le dije sin pensármelo dos veces “Sí, quiero”, llamé a mi casa y les dije que tenía que quedarme a hacer un curso para poder entrar al Seminario, la decisión estaba tomada y no iba a dar marcha atrás.

Ingresé al Seminario Mayor del Sagrado Corazón de Jesús y Santa María de Gauadalupe el 5 de Agosto de 2009, eran aproximadamente las 2:30 de la tarde; mi padre decidió acompañarme al Seminario, paso allí la noche y al día siguiente volvió a casa, recuerdo que cuando nos despedimos brotaron algunas lágrimas de nuestros ojos, me dió la bendición y nos dimos un fuerte abrazo, el domingo posterior a mi llegada, todos los seminaristas partimos a la casa de ejercicios espirituales en Hueyapan, Hidalgo, fueron mis primeros ejercicios espirituales, estos me ayudaron a reafirmar mi decisión, terminados los ejercicios regresamos a Querétaro donde inicie los estudios de filosofía, se llegó el día de la imposición de sotana el 13 de Septiembre en la misa de mediodía en la capilla del seminario la cual fue motivo de gran alegría para muchos de los que la recibimos pues con esto manifestábamos nuestra renuncia a las cosas del mundo para seguir por completo a Cristo, llegados al segundo año de filosofía y después de medio año me vino una gran crisis y estuve a punto de abandonar la carrera, pero hablando con mi director espiritual y después de estar un largo tiempo meditándolo ante el Santísimo Sacramento me di cuenta que esto no era lo que quería, que Cristo realmente que había llamado a este camino. Mi tercer año en Querétaro se fue demasiado rápido tal vez por ser el último año de filosofía y por la ansiedad de ya estar en el curso de espiritualidad; mi curso de espiritualidad el cual realicé en Hueyapan, Huasca, Hidalgo fue un año muy satisfactorio, lleno de emociones y frutos espirituales, realmente lo  disfruté mucho pues conocimos más a fondo las constituciones propias de la Confraternidad y el Testamento Espiritual de nuestro Padre Fundador, el Pbro. Enrique Amezcua mediana, tuvimos la dicha de conocer de primera mano la vida del Fundador pues nuestro director de curso el Padre José Reyes Cedillo (Padre Pepe) tuvo la dicha de conocerle, lo que más me impresionaba acerca de la vida del Padre Enrique fue su gran nivel de oración y su ardiente celo pastoral, especialmente por las vocaciones sacerdotales; al terminar el curso de Espiritualidad mis superiores dispusieron que viniera a nuestro seminario en Olías del Rey, Toledo, España a estudiar la Teología y así culminar mis estudios eclesiásticos, actualmente estoy cursando el sexto año de Teología en el Instituto Superior de Estudios Teológicos San Ildefonso de Toledo, en estos años que he estado en Olías a través de los diversos ministerios me he ido acercando a participar más de cerca en la Mesa del Señor, pues por medio del lectorado estamos llamados a proclamar y llevar la palabra de Dios a los confines de la tierra, en el ministerio del acolitado nos vamos acercando un poco más al altar ayudando al Sacerdote y al diácono en su labor dentro de la Eucaristía, distribuyendo la comunión y llevando también la comunión a los enfermos, por el rito de admisión a las sagradas ordenes, que sin duda es el más importante de todos la Iglesia te reconoce como un candidato apto para el ministerio del Sacerdocio. Doy gracias a Dios porque me ha elegido a mí, y constantemente me dice “yo quiero que seas mi sacerdote”. Los años del seminario son los años más preciosos que he pasado en mi vida, estoy con una gran familia y con ella caminamos hacia una misma meta, que es la construcción del Reino pues “la mies es mucha y los operarios son pocos”. Quiero ser sacerdote porque quiero llevar a Jesús a todo el mundo, especialmente a los más necesitados, y así también ganar muchas almas para el cielo. Que Santa María de Guadalupe interceda por nosotros para que seamos fieles al llamado que nos ha hecho su Hijo.

Sergio Iván Mena Catalán

Seminarista CORC de sexto curso de Estudios Teológicos

 

Autor entrada: SGCORC