Lectio Divina – VII Domingo Ordinario: Amar al enemigo

LECTIO DIVINA – VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO Ciclo A

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 38-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda.

Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publícanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”. Palabra del Señor.

Tomamos nuestra Biblia y leemos el texto (una o dos veces).


Qué dice el texto:

Continúa hablando el Señor del Reino de los cielos, donde se vive según criterios distintos al mundo.

En el Reino de los cielos se evita la venganza, la revancha y se invita a la generosidad, a darse a los demás.

Ante el enemigo no se busca simplemente “pasar de él”, sino llegar a amarlos, comenzando por la oración.

La fe en Cristo lleva al cristiano, al discípulo suyo a vivir con un estilo nuevo de vida.

Llama el Señor a vivir la perfección del Padre celestial.

 

Qué me dice el Señor a través de este texto:

Que rezo muchas veces el Padre nuestro, pero no siempre lo siento así.

Que hemos de profundizar más en lo que significa saber que Dios es mi Padre del cielo.

Que me doy cuenta de que no me parezco mucho al Padre Celestial, porque yo no termino de perdonar y sigo con mis rencores y resentimientos.

El mundo me lleva a una tendencia de revancha, de responder con violencia a la violencia en todos los niveles.

Que yo debo empezar a mirar con otros ojos a mi prójimo, que no es sólo el que me cae bien, o el que me quiere, o el que me ayuda.


Qué le digo al Señor:

Señor Jesús, sé que aún guardo resentimientos, que por  la persona que me hizo daño aún no la miro con el amor y generosidad que me pides. Hoy, Señor, quiero pedirte que me enseñes a perdonar, a amar, porque sé que es el único modo de ser siempre feliz. Gracias, Señor, por tu Palabra.


A qué me compromete la Palabra:

Pensaré y veré qué hacer con la persona que no me ayudó o me perjudicó para rezar por ella.

 

Autor entrada: SGCORC