EL RETO DE AYER Y HOY

EL RETO DE AYER Y HOY:

FORMAR LA Y EN LA IDENTIDAD DEL OPERARIO DEL REINO DE CRISTO,

A CIEN AÑOS DEL NACIMIENTO DEL P. ENRIQUE AMEZCUA MEDINA

 

Pbro. Lic. Francisco Javier Varela Delgadillo, CORC 

Particularmente significativo es el inicio de este curso escolar 2018-2019, pues celebramos el 100 aniversario del nacimiento de nuestro fundador, el P. Enrique Amezcua Medina (11 de diciembre de 1918 – 11 de diciembre de 2018), que nos lleva a pensar y profundizar en su persona y la manera en que él transmite el carisma recibido por Dios de los Operarios del Reino de Cristo. Indudablemente van estrechamente entrelazados la necesidad de seguir el ejemplo sacerdotal y de entrega de nuestro fundador y a la vez la formación e identificación con el carisma.

El P. Enrique Amezcua Medina es un hombre de Dios, sacerdote formado en la escuela del Corazón de Cristo que forma con su testimonio de vida y ejemplo hasta el final de sus días; sin embargo, el crecimiento de la Confraternidad y su configuración canónica hicieron necesario plasmar lo específico de la Confraternidad para transmitirlo a las nuevas generaciones haciendo ver la necesidad de formar en y desde la identidad propia de nuestro carisma, es decir, una formación en cada uno de los elementos que la distinguen de los demás carismas y de alguna forma lo hacen única, pues la formación configura la vivencia de prácticamente toda la vida presbiteral.

Nuestros seminarios –que, como decía el P. Enrique en realidad es un solo Seminario– buscan que cada uno de sus miembros se configure al Corazón de Cristo, con una espiritualidad Trinitaria, Cristo céntrica, Mariana y Eclesial; necesidad bíblica que ya repetía San Pablo “tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús” (Fil. 2.5) y como enseña el Papa Francisco: una formación que plasme de verdad en el corazón de los jóvenes el Corazón de Jesús, para que tengan sus mismos sentimientos.

Notas características de nuestra Confraternidad son ayudar a las diócesis necesitadas de clero y zonas de misión, la plena disponibilidad, la vida fraterna en comunidad. Ahora, el fin primordial de la formación es permitir que los candidatos descubran en primer lugar, asimilen y profundicen después, en qué consiste esta identidad como Operario, para que abracen los fines para los cuales ha sido fundada y que se encarnen en ellos de manera clara, progresiva, pedagógica y dinámica, de modo que al llegar la ordenación estén plenamente identificados con el carisma no solo de manera intelectual, sino vivencial, porque ha echado raíces en toda su persona, lo han hecho vida y están dispuestos a seguirlo haciendo; es precisamente allí, en la formación, donde se realiza la identificación carismática y se adquiere la madurez necesaria para vivir y obrar en conformidad con el carisma fundacional. Se trata de conseguir un estilo de sacerdote con una espiritualidad arraigada, una mentalidad con ideas claras, una forma de ser específica, una entereza como operario, con convicciones, con una elección oportuna, consciente y libremente hecha.

A cien años del nacimiento del P. Enrique Amezcua es tiempo de volver a ver la figura de este gran hombre dócil al Espíritu Santo que supo recibir, encarnar y transmitir tan vivo y actual carisma para la Iglesia. Es tiempo para glorificar a Dios por la persona y testimonio de nuestro fundador, por el carisma de nuestra Confraternidad y tiempo de oración para que el dueño de la mies no solo siga enviando Operarios, sino que estén decididos a formarse, vivir, encarnar y transmitir este carisma y misión de extender el Reino de Cristo en el mundo actual.

Que Santa María de Guadalupe, Salud de los enfermos nos cubra con su manto maternal.

Agosto 2018

Autor entrada: SGCORC