Espiritualidad de los Seglares Operarios del Reino de Cristo
La vivencia del carisma propio de la Confraternidad es el camino que nos lleva a la santidad. Tenemos un carisma y una espiritualidad, que es un camino seguro para la santidad, pero que tenemos que profundizar y vivir cada vez más. Profundizar en el conocimiento de la persona y escritos del padre Enrique. La Vocación de ser Operarios del Reino de Cristo, misma que debemos asumir con alegría, entusiasmo y generosidad. Urge, por tanto, un mayor conocimiento por parte de todos del carisma y del compromiso que tenemos como Operarios.
1. Trinitaria: Debemos tratar que nuestra vida común sea reflejo de la vida Trinitaria, la experiencia de un Dios uno y Trino, que es unidad y comunión inseparable, que nos ayude a superar el egoísmo y encontrarnos plenamente en el servicio al prójimo.
De la Santísima Trinidad aprendemos a respetarnos sabiendo que somos diferentes, amados de un modo muy especial por Dios, con nuestras virtudes, también con nuestros defectos, pero llamados a vivir en comunión, por eso colaboramos juntos, no podemos estar separados, no pensar que solos nos vamos a salvar, o que somos mejores que los demás, o más importantes. Aquí aprendemos a trabajar para los demás.
2. Cristocéntrica: Nuestra espiritualidad como Operarios está centrada en Jesucristo, Camino, Verdad y Vida. Jesús es el Camino que nos lleva al Padre; es la Verdad que nos salva; es la puerta de entrada a la Vida. Logrando un encuentro con Cristo, viviremos en actitud de obediencia filial con el Padre, como fruto de nuestro compromiso bautismal, que nos hace discípulos y misioneros, anunciadores del Reino de la Vida, en unión y comunión inseparables.
Amamos a Cristo en la Eucaristía, sacrificio supremo de Cristo por amor al Padre y a su Iglesia. Cristo es el centro de nuestra vida, por eso amamos lo que Él más ama: al Padre a quien ama desde toda la eternidad; a su Madre María a quien escucha, atiende y sirve; a la Iglesia, por quien da su vida.
3. Mariana. Para el Operario, configurado con Cristo, María, bajo la advocación de Guadalupe, es ejemplo de docilidad y de fidelidad discipular en la comunicación de los frutos de la Redención. De otra parte, “María nos ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de entrega y de gratuidad que deben distinguir a los discípulos de su Hijo”,
Particularmente, el Operario del Reino de Cristo Seglar ama a la Virgen de Guadalupe en su Quinta Aparición a Juan Bernardino. La reconocemos como la Virgen María, Salud de los Enfermos, que se venera en Tulpetlac. Es ahí donde creció la Confraternidad y donde nos sentimos especialmente vinculados como comunidad.
4. Eclesial. El Concilio nos dice que “la Iglesia ya constituye en la tierra el germen y el principio del Reino”. Nosotros vivimos esa experiencia del Reino en el misterio de comunión del Pueblo de Dios, asumiendo el discipulado misionero como nuestra tarea principal.
La comunión en la Iglesia se nutre con el Pan de la Palabra de Dios y con el Pan de la Eucaristía. El amor a la Iglesia está en la sangre de todo Operario seglar, porque para esto se encarnó Jesucristo y su entrega al Padre es por amor a su Iglesia, por quien da su vida. De ahí la inquietud misionera: el Operario seglar no puede estar tranquilo mientras haya personas que no conocen a Cristo o conociéndolo, no lo siguen ni lo aman. Es necesario anunciar escuchando la expresión de Dios a Abraham: Sal de tu tierra. El Operario seglar está siempre dispuesto a salir de su comodidad y seguridad para anunciar el mensaje a su prójimo o salir a buscarlo.
Fortalecimiento de nuestra espiritualidad. Como Operarios debemos vivir y fortalecer nuestra espiritualidad empleando diversos medios:
Un ejercicio auténtico de la autoridad evangélica; una obediencia en espíritu de fe; la vida fraterna en comunidad; la vida de oración; el ejercicio continuo de la Lectio divina; la promoción de las prácticas de piedad popular como un medio legítimo de vivir la fe; la vivencia del discipulado misionero, dejándonos guiar por la acción del Espíritu Santo; una vida de verdadera pobreza evangélica que nos ayude a hacer una fuerte opción preferencial por los pobres y un profundo amor a la Virgen María.
El P. Enrique nos dice en su Testamento Espiritual:
“La oración nos lleve a cumplir la voluntad del Padre en nuestra vida; y nuestra vida de Operarios del Reino de Cristo nos lleve siempre a la oración”.